Burbuja tecnológica

En tiempos de crisis todo se antoja más complejo y difuso. Grandes empresas han tenido grandes pérdidas y las tomas de referencia para los grandes inversores se han difuminado. En este panorama aparecen las redes sociales, la tecnología 2.0, con miles y millones de usuarios, y aumentando día a día. De esta manera, son estas plataformas las que llaman la atención de los inversores y, aun a sabiendas de los beneficios que producen, se comprometen rápidamente a elevar su valor de forma desorbitada, confiando en su crecimiento.

Sin embargo, estamos siendo testigos de que estas empresas empiezan a darnos motivos para dudar de su estabilidad. Hace tan solo unos días, Spotify anunciaba que su modelo de negocio debía cambiar ya que no produce los beneficios necesarios para sustentarlo. Es tentador suponer que lo mismo podría ocurrir con otras empresas similares, ya sea Twitter o incluso FaceBook. Lo único que sí está claro es que nadie sabe con exactitud a dónde irá a parar todo esto. Son nuevos modelos de negocio surgidos por las nuevas tecnologías que han llegado no sólo a las empresas, sino también (y sobre todo) a los usuarios/clientes. Estos últimos ejercen una gran influencia sobre el devenir del mercado, tanta como para crear importantísimas pérdidas, por ejemplo, en las grandes industrias discográficas.

Creo que la denominada “burbuja tecnológica” hay que tomársela con mucha precaución. Ahora las empresas ya no son las únicas que pueden tomar decisiones y ponerlas en la práctica. Los usuarios no se limitan a consumir, sino que también crean y contribuyen al desarrollo de ciertos productos. Estos prosumidores influyen de manera nunca antes vista en la economía, y teniendo en cuenta que son un factor “humano”, se presenta inherentemente a ello el matiz “imprevisible”, que puede tanto ayudar a inflar esa burbuja como a pincharla de un solo golpe.

http://cultura-abierta.blogspot.com/2011/04/semana-8.html